En Laurión, al sur de Atenas, se descubrió un rico yacimiento de plata. Temístocles convenció a la Asamblea para que esa riqueza se gastara en construir una flota para defenderse de los persas, cuyo rey Jerjes planeaba invadir Grecia. Atenas fue destruida tras ser saqueada por las recien llegadas tropas persas, que tomaron este ataque como una revancha por las derrotas sufridas anteriormente. El desquite griego en Salamina desplegó 366 naves. Los persas se retiraron en medio de una gran confusión y Jerjes tuvo que abandonar precipitadamente el trono que se había preparado.
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